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Los monos que existen en Costa Rica son un verdadero problema: Invaden tu privacidad, se te quedan viendo y si te descuidas, te hacen travesuras. Ese es el problema; son tan simpáticos y graciosos, que hasta dan ganas de alimentarlos y acariciarlos.
Pero las leyes no lo permiten, porque está comprobado que los alimentos que les proporcionan los humanos les encanta y no son buenos para su salud. Significa que hay que limitarse a verlos y admirarlos, como a las demás especies de la vida salvaje que abundan en Costa Rica.
Eso sí, durante una visita a un parque nacional, como el Tortuguero, Monteverde, Corcovado o Manuel Antonio, vaya preparado con una cámara fotográfica y lleve a su casa un emotivo recuerdo.
En Costa Rica hay cuatro especies:
- El mono aullador: También conocido como “mono congo”. Usualmente viven en pequeños grupos familiares de doce miembros, entre adultos y bebés. Sus aullidos, que se escuchan a gran distancia, les sirven para comunicarse entre ellos y delimitar su territorio. Son muy comunes y los lugares ideales para verlos son los parques nacionales Manuel Antonio, Tortuguero, Corcovado y Arenal.
- El mono cariblanco: Se le considera como el primate más inteligente de del territorio americano. El cariblanco, también conocido como “capuchino”, vive en manadas de hasta 30 individuos y se alimenta de frutas, hojas, insectos, huevos, cangrejos y lagartijas. Aunque los hay en todo el país, es más fácil verlos en los parques nacionales Manuel Antonio y Cahuita.
- Mono araña: La habilidad de estos animalitos es tan grande que, cuando se movilizan por los árboles, parece que vuelan. Tienen más desarrollado los brazos que las piernas y utilizan la cola como una extremidad muy útil. Comen frutas, néctar, hojas e insectos. Son más fácil de ver en Corcovado, Tortuguero y Monteverde.
- Mono ardilla: Es el más lindo y pequeño de los monos que existen en Costa Rica, características por las que todavía hay gente que los persigue para tenerlos como mascotas, sin detenerse a considerar que les están causando su extinción. Es exclusivo de la Península de Osa y el Parque Nacional Manuel Antonio.
Ver, admirar y fotografiar a estos maravillosos especímenes de la naturaleza es reconfortante. Vaya y disfrute, pero desplácese hasta las cercanías de sus santuarios en un vehículo confortable y seguro.
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